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Cuídate para cuidar. Evita el Síndrome del cuidador quemado

Hay que reconocer que ser cuidador de una persona enferma no es fácil. Quienes lo hacen, son prácticamente héroes, más teniendo en cuenta que muchas veces lo hacen empíricamente, sin conocimientos médicos. Para quienes lo hacen, tenemos este mensaje: Está bien que lo hagas, pero, Cuídate para cuidar. Evita el Síndrome del cuidador quemado.

Un gusto que puede convertirse en pesadilla

Cuando un ser querido nos necesita y por fortuna podemos ofrecerle nuestra compañía y cuidado, puede ser una tarea reconfortante, nos sentimos útiles, compasivos y fuertes, eso, claro está, cuando la responsabilidad de cuidar es compartida con alguien más del círculo de apoyo del paciente.

Cuando, infortunadamente, nuestro familiar no cuenta con nadie más que con una sola persona, y esa persona somos nosotros, la situación de cuidado puede convertirse en una pesadilla, dependiendo de nuestra fortaleza mental y de la dedicación que necesite la situación de nuestra parte.

Aun sin los conocimientos necesarios, queremos darlo todo por ese ser querido, muchas veces, sin importar absolutamente nada más. Lo que no sabemos o poco nos damos cuenta, es que, en ocasiones, no somos suficientes y eso es normal. El lío está cuando emocionalmente no estamos condicionados para entenderlo. Por eso, Cuídate para cuidar. Evita el Síndrome del cuidador quemado.

¿Qué es el síndrome del cuidador quemado?

El síndrome del cuidador quemado, es simplemente el deterioro físico y psicológico que sufre quien se encarga 24/7 del cuidado de un ser querido en condición de enfermedad, dejando totalmente de lado sus hábitos, costumbres, su empleo, aficiones y pasiones.

Puede afectarte no solo emocionalmente, tu salud física y mental pueden verse deterioradas, incluso, podrás experimentar dificultades para socializar como quizá anteriormente lo hacías sin problema.

En algunas ocasiones, esta condición puede poner en juego la cercanía entre el paciente y el cuidador, pues, la frustración bilateral se vuelve casi inevitable.

¿Cómo puede iniciar el síndrome del cuidador quemado?

Es apenas comprensible que, al haber una persona dependiente o ávido de cuidados especiales, sea el centro de atención. Todos están pendientes de sus necesidades, de hacerle sentir bien y elevar su energía, en especial, su cuidador principal.

Silenciosamente, y sin mala intención, el cuidador comienza a ser invisible para su entorno, para su familiar cuidado y por supuesto, para si mismo. Así, lentamente el cuidador se va sumergiendo en un espiral de emociones y sensaciones que van marchitando su bienestar emocional y físico.

Puede iniciar lentamente, cuando el cuidar de alguien más te absorba sin que lo notes. Si estudias y debes aplazar, si trabajas y debes renunciar o bajas tu capacidad de respuesta laboral, si de un momento a otro debes cambiar tus hábitos usuales como dormir a tus horas, salir, practicar un hobby, etc. Ese es el inicio.

Si soy cuidador, ¿Estoy condenado a padecer el síndrome del cuidador quemado?

No. En ningún momento debes satanizar tu labor como cuidador o convencerte de que al final siempre será contraproducente para ti. Si por cosas de la vida, definitivamente tú eres la única alternativa que tiene tu ser querido como cuidador, pero, por más que tengas buena voluntad de ayudarle te aterra la situación, es hora entonces de que hagas una intro inspección y comiences a trabajar en lo que te molesta.

En la especialidad de primeros auxilios psicológicos hay una norma la cual se aplica de forma universal: “Si tú no estás bien emocionalmente o no puedes con la crisis que debes enfrentar para asistir a un tercero, mejor, no lo hagas. Preocúpate por atenderte a ti primero”.

¿Quiénes pueden padecerlo?

No te imaginas que tan frecuente es que pase esto entre los profesionales de la salud. Sí, a ellos les pasa, que tienen un previo entrenamiento, ¿por qué a ti no? Así que, cualquiera puede padecerlo. La clave para que no experimentes este síndrome del cuidador quemado, es que, desde el mismo momento que la vida te dé oportunidad, trabajes en tu salud mental.

No importa si te conviertes en un experto en la especialidad de la enfermedad que padece tu ser querido, si no eres consciente de tus necesidades personales y no aprendes a manejar tus emociones, podrás perder la batalla ante la presencia de esta condición.

Con estos síntomas puedes identificarlo

Evita el síndrome del cuidador quemado así

El primer paso sería prestarte atención. Reconoce que algo no está marchando bien. Reconocer que eres humano, que te cansas, que no todo está en tus manos, es un excelente primer paso que puedes impulsar siguiendo los siguientes pasos:

–        Dedícate tiempo:

Si aparte de cuidar a tu ser querido, trabajas, estudias, conduces las riendas de un hogar o tienes a tu cargo la crianza de tus hijos, en serio, necesitas abrir un espacio para ti. Un espacio en el que puedas despejar tu mente, practicar una pasión o simplemente, salir un tanto a un parque para abrazar un árbol.

–        Pide ayuda:

Sí, puede haber situaciones que te hacen pensarlo dos veces, ya sea por vergüenza o simplemente por diferencias personales con aquellos que podrían ser tus aliados en este momento, para pedir ayuda. Infortunadamente, tu cuerpo y mente no entienden de penas y rencores, así que ¡Grita!

–        Descansa y cuídate:

Acciones tan sencillas como dormir o comer suelen salirse de control. Se nos pasa la hora de alimentarnos o desvelamos cuidando que todo esté bien, es normal. Aun así, no debes descuidar estos dos vitales eventos para la vida.

Si no comes, ni duermes, lo más seguro es que termines en cama también, así que, aliméntate y toma siestas a la par con tu ser querido, así sean bocados pequeños y periodos cortos de sueño, todo suma.

–        Ejercítate:

Que mantienes 24/7 bajo el mismo techo con tu paciente favorito, no importa. Cuando vas al baño, mientras él o ella duermen la siesta, podrás hacer rutinas de 3 minutos que te mantengan activo, no es necesario trotar por el barrio o tres horas en el GYM. Salta, haz sentadillas, sube y baja las escaleras.

–        No te aísles:

A veces puede ser incómodo que el mundo quiera saber más de tu experiencia como cuidador, es normal viniendo de la naturaleza humana y eso puede provocarte ansiedad social. Sin embargo, debes luchar con ese sentimiento, respirar profundo y aprender a adecuar tu entorno a ti. Saber decir no, pedir respetuosamente, no se hable del tema, reunirte con los tuyos para pasar un rato agradable es primordial.  

–        Acude con un profesional:

Tu mejor amiga, tu mamá, el gurú de redes que sigues pueden escucharte y hasta sugerirte cosas para que frenes tu sentir, escucharás quizá un “No estés triste, hay personas en peor situación que tú”, o, “Ponte alegre, no te amargues”, pero jamás ninguna de esas intervenciones será tan acertada como la de un profesional en salud mental. En tu posición de cuidador estás en tu derecho y la atención debe ser priorizada.

Nosotros también te cuidamos

 Son muchos los cuidadores que bajo una terrible incertidumbre ante la responsabilidad que acarrea ser cuidador, con miedo, estrés y confusión han acudido a nosotros, incluso, los mismos pacientes, preocupados por el bienestar de su cuidador han tomado asesoría con nosotros.

La experiencia de Livit, viene de su fundadora, quien, más que como profesional en la salud, vivió las dos situaciones en carne propia: Ser paciente sobreviviente cuidada por sus hijos, y ser cuidadora de su madre en sus últimos momentos.

Por eso, si sientes que no puedes más, que tu entidad promotora de salud no prioriza tu salud mental, puedes en primera instancia solicitar nuestra asesoría y acompañamiento hasta que te sientas mejor, sin costo alguno. No somos psicólogos, pero de primera mano podemos orientarte correctamente.

Esperamos este blog te sirva mucho y entiendas que tanto el paciente como el cuidador tienen derecho a ser visibilizados desde sus necesidades y atendidos prioritariamente.

No olviden que el Livit estamos con todos ustedes. ¿Quieres hablar? Llámanos: 313 296 0908