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Jamás volví a ser la misma tras superar el cáncer de mama

Hoy sentí la necesidad de contarles en por qué jamás volví a ser la misma tras superar el cáncer de mama y de paso alentarlas un poco, pues “El cáncer no debe detener la vida de nadie”. Por el contrario, puedes tomarlo como trampolín para cambiar no solo tu vida, sino la de muchos que llegarán a ti.

Soy Amanda González, enfermera de profesión egresada de la Universidad Nacional de Colombia y con posgrado en Gerencia en Salud. Pero, antes que nada, soy una mujer de carne y hueso, tan mortal como cualquiera pero que, en determinado momento se sintió de alguna forma inmune a cualquier afección que quisiera bombardear su cuerpo.

Como todo ser humano y en especial, como toda mujer, durante toda mi vida he sido pujante. Por fortuna cumplí casi todos mis sueños: Fui madre, profesional, esposa, amiga y hoy empresaria, entre otras cosas. Llevaba un ritmo que me hizo olvidarme de mi misma, y asumí que, por ser profesional de la salud, estaba blindada. Pero la vida y sus contratiempos, me hizo entender que no era así.

Sí. Fui diagnosticada

Corría el año 2004 cuando fui diagnosticada con un cáncer de mama, ese que muchas veces vi manifestarse en cuerpo ajeno mientras prestaba mis servicios a otras mujeres que iban de paso por mi sitio de trabajo. Infortunadamente, o mejor, afortunadamente, viví en carne propia todo este proceso, el cual pude superar satisfactoriamente.

Digo afortunadamente porque pude salir adelante, pero jamás volví a ser la Misma. Y no lo digo por los cambios físicos. Al final, cuando los años pasan por nuestro cuerpo, en especial por nuestros senos, hace sus fechorías: los seca, los achata, los arruga, los aplana, los jala al ritmo de la inclemente gravedad, no muy diferente a los estragos del cáncer aun cuando este en ocasiones nos mutila.

Salí de mi zona de confort

El cáncer me hizo salir de mi zona de confort, casi a todas nos pasa. Comencé a ver con otros ojos una situación que suele ser dolorosamente común, que muchas superan y otras no. Por suerte el cáncer se lleva un pedacito de nuestro cuerpo, pero no de nuestra alma.

Se lleva a esa guerrera que en contra de la gravedad batalló junto al resto de nuestro cuerpo haciéndonos sentir femeninas, bellas, en ocasiones, sexys. Nuestras “tetas”, como amorosamente las llamo por su nombre coloquial, en muchas de nosotras libraron la batalla más hermosa: Amamantar. Aguantaron mordiscos, mastitis, estrías y en determinado momento, tuvieron que aguantar el cáncer.

Jamás volví a ser la misma tras superar el cáncer de mama

Digo que Jamás volví a ser la misma tras superar el cáncer de mama, porque comprendí tras mi experiencia que estaba en un país donde minimizaban los estragos póstumos de esta enfermedad tanto en el cuerpo, como en la siquis de una mujer.

Me frustró saber tanto sobre lo que mi cuerpo necesitaba durante el tratamiento y después de él, en el momento en el que decidí buscar en el mercado los productos especializados que necesitaba y por supuesto, no los encontré.

Para mí fue increíble saber que habiendo soluciones para restaurar la seguridad, confort y bienestar de una mujer en quimioterapia o mastectomizada, aun en mi querido país, nadie hablaba de ello o al menos atisbaba a crear de alguna forma algo similar. Fue tan fuerte el shock, que me propuse hacer algo, no solo para mí, sino para quienes lo requirieran en adelante.

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Supe visualizar las señales

En esa época, yo ya no trabajaba como enfermera profesional, pues por cosas del destino me engancharon con la industria farmacéutica, con la que trabajé cerca de 22 años. De ahí, tanto conocimiento frustrado y acumulado.

Gracias a mi trabajo, sumé valiosos amigos en Europa. Tras comentarles mí situación, me enviaron todos los productos que requería mi cuerpo para recuperarse y recuperar el ritmo de mí vida. Tras la finalización de mi proceso y la satisfacción que me dejaron estos productos, decidí aprovechar mis viajes laborales a Europa y Estados Unidos, para visitar las tiendas oncológicas locales. Aprendí mucho sobre ellas y definitivamente, eso reforzó la que es hoy mi bella obsesión.

Una nueva pasión le dio más sentido a mi vida

Me apasioné tanto con este tema, que, al regresar a Colombia, me dediqué a buscar tiendas como las que divisé afuera, esto con la finalidad de contarles las maravillas de los productos especializados, pero, cual sería mi sorpresa al ver que, en verdad, definitivamente, no existía tienda alguna así.  

Entendí entonces no el por qué, sino el para qué de este visitante pasajero en mi vida, entendí el para qué “Jamás volví a ser la misma tras superar el cáncer de mama”. Mi destino, estaba trazado ya.

No hay vuelta de hoja

A inicios del 2017, tomé la decisión de renunciar a mi trabajo. Infortunadamente, no para perseguir mi sueño, sino por un tema de salud de mi madre. Quería acompañarla y brindarle todos los cuidados que requería. Esto de paso me dio tiempo para mí, ese que años atrás lo dedicaba a ser una mujer multipropósito, ahora era mío, de mi mente y de mi madre.

Ya con cabeza fría, definitivamente vi la necesidad que tenía mi país de tener una tienda oncológica, que ofreciera productos especializados y que cumplieran con todos los requerimientos. Confirmé que en verdad el cáncer fue en algo bendito pues, “Jamás volví a ser la misma tras superar el cáncer de mama” y para nada lo lamento.

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Todo fríamente calculado

Antes de tomar cualquier decisión apresurada, me dediqué a prepararme. Leí muchos estudios científicos, realicé muchos “focus group” con pacientes oncológicos (es un evento pequeño en el que se contrastan las necesidades de los protagonistas reales de la enfermedad con sus necesidades).

Con esto salí de una visión que podría parecer egocentrista. Quería conocer que vivían, experimentaban y pensaban otros pacientes oncológicos. Sorprendentemente, coincidimos en las necesidades que debían ser cubiertas.

 Hubo otra cosa que me sorprendió:  muchos de ellos coincidieron en afirmar que, llevar un cáncer a veces puede ser un trabajo en solitario. Ya sea porque por alguna razón estamos solos en la vida o porque aun contando con un núcleo de apoyo, ellos no pueden hacer nada por falta de conocimiento. El cáncer no agarra a nadie preparado.

Afirmaron necesitar una mano amiga que los escuchara, que les enseñara a llevar el proceso, que les diera consejos importantes para manejar cada efecto secundario, estar ahí para ellas y ellos, en el momento que lo requirieran, algo que sobrepasara las barreras de la clásica y seca comunicación Médico – paciente. Entendí una vez más que esa, era otra señal.

La hora de la verdad

Avanzado el mismo 2017, sin mirar atrás, fundé TIENDA LIVIT. Una vez más asumí un reto en mi vida; aun ya superada mi carrera, criados mis hijos, con casi cuarenta años de experiencia laboral, decidí lanzarme a ser empresaria y esa mano amiga que tanto clamaban muchos pacientes con cáncer.

Más que ofrecer productos especializados y certificados, los cuales, en su gran mayoría son importados de compañías líderes a nivel mundial, decidí convertirme en esa mano amiga que todos los pacientes necesitan.

Este es un valor agregado de LIVIT. No tiene ningún costo adicional, ni compromiso que obligue a quien se asesore a usar los productos. Ya son más de 6 años consecutivos, asesorando a cientos de pacientes, enseñándoles cómo manejar la relación cuerpo/mente, el manejo de las emociones, la respiración, el manejo de la actitud, la importancia del consumo del agua, la sonrisa y la gratitud, igualmente, les enseño como paliar cada uno de los efectos secundarios generados por el tratamiento.

Mi objetivo, mi destino

Mi objetivo principal es que toda mujer que lo necesite, vivencie en carne propia el confort, bienestar y calidad de vida que sí se puede experimentar durante todo el proceso. Con los conocimientos y los cuidados apropiados, esta enfermedad puede sobrellevarse casi como cualquier dolencia común. Sí, habrá días en los que sentiremos que nada mejora, pero poco a poco cambiarán si priorizamos nuestro cuidado.

Mi objetivo al final fue el que me hizo entender el Para qué tuve que enfrentar esta enfermedad. Comprendí que, de no ser así, quizá, en este momento estaría en mi casa descansando, pero, ¿Sería realmente tan feliz como lo soy actualmente? ¿tendría la oportunidad de soltar una que otra lagrima de alegría al escuchar a muchas de mis pacientes decirme: “Lo logré Amanda, lo superé, gracias por tus consejos y cuidados”? Estoy segura que no. Por eso hoy abrazo fuertemente mi para qué, porque sé, que “Jamás volveré a ser la misma tras superar el cáncer de mama”

Mi “¿Para Qué a mí?”, lo encontré, muchos años después y a la fecha, es mí motor y así seguirá siendo. Ayudar a todos los pacientes oncológicos que sea posible a manejar adecuadamente este proceso, esa es mi razón de ser e inspiración cada mañana.

Nunca olvides esto

Algo que siempre le digo a todas y cada una de las mujeres que llegan a Livit con su diagnóstico, el corazón y la mente entre sus manos, es que nunca se cuestionen desde el “¿Por qué a mí?”. Sino desde el ¿Para Qué a mí?

Es increíble como un cambio tan insignificante en nuestra comprensión de la vida, contribuye a que todos los que enfrentamos el cáncer, minimicemos el terror con el que siempre le hemos mirado y comenzamos a manejar adecuadamente nuestro proceso.

Seguiré trabajando por seguir adelante con la misión que la vida me dio al darme una segunda oportunidad, como siempre y con todo el gusto, pongo a disposición de ustedes mi experiencia personal y profesional, esperando seguir contribuyendo para cambiar más vidas. Si necesitas hablar, acá te espero.

Amanda González

LIVIT, Siempre contigo

Nuestra tienda está ubicada en Bogotá, pero atendemos a todo el país y en algunos casos a pacientes que nos buscan desde otras partes de sur y centro América. También puedes encontrar nuestros productos fácilmente en nuestra página web www.livit.com.co . Si crees que necesitas orientación, no dudes en contactarme al 313 296 0908